viernes, 19 de marzo de 2010

¡Ay abuelo tráenos suerte que se nos muere el perro!

En la casa tenemos un gran problema: el abuelo, que ahora le dió por no comer.
El abuelo es una persona extraña, enojón y testarudo.
Hace 4 días nos dijo: "Esta sopa sabe a orines, yo no vuelvo a comer en esta casa".
Mamá trató de hacer otro tipo de comidas.
Hace 3 días hizo una papilla color morado y de cena conejo lampreado con plátanos.
El abuelo, como era de esperarse, no comió.
Hace 2 días papá trajo comida de restaurante, del favorito del abuelo.
Para nosotros trajo huevos estrellados, para él y mamá trajo habas rellenas de carne de puerco.
Para el abuelo trajo su favorita, sopa de cebolla.
El abuelo, como era de esperarse, no comió.
Yo creía que la única solución era llevar al abuelo a comer fuera de la casa, pues el había dicho que no comería en este casa.
O cambiarnos de casa.
Ayer María amarró al abuelo a la silla y amenazó con no soltarlo hasta que se comiera los garbanzos.
El abuelo, como era de esperarse, no comió.
El perro, como era de esperarse, se comió el plato de garbanzos.
Todos estábamos preocupados por la salud del abuelo, y del perro, que no debe comer garbanzos.
Ya nadie sabía que hacer, estábamos resignados a perderlo, pues ya se veía débil.
Hasta que papá buscó soluciones alternativas.
Hoy papá trajo un psicólogo, para que lo convenciera; un nutriólogo, para que lo convenciera; un psiquiátra, para que lo obligara; un estofado de langosta, para que se le antojara; un amuleto, para que nos trajera suerte, y un plomero, por que se había descompuesto el baño.
El abuelo, como era de esperarse, se comió el amuleto.

Orlando Ochoa Castillo.

Amuleto
Viernes 12 de Marzo de 2010



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